Creí verte asomada
transparentando la luna
el perfil de tu cuerpo
y tú, vuelta hacia mí, sonriendo
cómplice de mis miradas
cómplice de mis deseos.
Hoy sé que no estás
que te has ido
hoy sé que, en realidad, eras un sueño
fuiste, simplemente, una ilusión
que comenzó, ilusa, en una orilla
junto al mar de los deseos.
Francisco Vila («SIEMPRE, es un Adverbio de Tiempo», poemas. A Coruña, 2002)
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